INFO
Asistimos a las últimas horas de Miss Hammer, una artista de circo que dialoga con Flavio su hÃgado. Miss Hammer tiene problemas de adicción, el whisky, los barbitúricos son sus mejores aliados muy a pesar de su pobre hÃgado, que harto de esa mala vida decide salir de la oscuridad de sus entrañas para plantarle cara a su castigadora propietaria.
El amor, la rabia, la debilidad y la muerte son los temas que nos proponen.
Un texto con referencias en ocasiones al magnÃfico Beckett o Bernhard acompañado de una puesta en escena dinámica a momentos absurda y cómica.
Miss Hammer es incapaz de sentir, ni miedo, ni vergüenza, ni siquiera amor. Y sus vicios la van aislando y insensibilizando aún más a todo. Está a las puertas de la muerte y ya todo le da igual. Irónica y sarcástica se rÃe del mundo.
Busca refugio en las drogas y el alcohol empeorando la situación. La esquizofrenia, la paranoia, la locura. Tiene una personalidad limÃtrofe que le empuja a vivir cada situación fuera de la "norma", lo que le gusta, lo exprime y desgasta al máximo. Lo que odia, lo repudia y acaba con ello. Ese desequilibrio la lleva a buscar desesperadamente cualquier cosa exterior que la sacie, constantemente, por supuesto sin encontrarlo. Vanidosa, orgullosa incapaz de amar. Entrañable, sensible y débil muy a su pesar.
Flavio, el hÃgado, el filtro de toda la toxicidad de Miss Hammer, nuestro ángel de la guarda, nuestro centinela en el que recae la tarea más ingrata de toda la existencia ya que evita que toda la porquerÃa con mayúsculas acabe en nuestro organismo. Nuestro hÃgado es el que se remanga y baja a las cloacas, es el pocero que se pringa con toda la pestilencia de nuestros excesos, el que entrega toda una vida, llena de sacrificios, por nosotros. Un hÃgado llevado a condiciones extremas, un hÃgado con cirrosis perteneciente a alguien que lo ha castigado hasta la saciedad: una alcohólica, adicta a las pastillas de todo tipo: anfetaminas, somnÃferos, antidepresivos.
Una mujer (hÃgado) con cirrosis. Ese hÃgado, resentido, herido, eternamente enfrentado a su dueña, sin embargo, en algún momento, se rompe sentimentalmente y la defiende a muerte. Por ella siempre, aparte de ese odio visceral (nunca mejor dicho), va a sentir ternura y compasión. Comprende sus inseguridades, sus temores, sus dudas, sus ansiedades, que le han llevado a todas sus adicciones… al mismo tiempo, como no, su discurso es contradictorio en numerosas ocasiones, y siempre regresa a él todo lo que le echa en cara: la brutal vida que ésta mujer le ha dado ya que no ha cesado prácticamente ni un instante de funcionar ni de trabajar por y para ella… esa mujer (hÃgado) describe en algún momento su rostro y el porqué de cada arruga, de las bolsas de los ojos, de la flacidez de las expresiones que se forman entre su nariz, su boca, sus pómulos, sus dientes… pero ahora es demasiado tarde pues se acerca el final.